- La Reserva Nacional de Paracas fue creada en 1975 para proteger el paisaje y la biodiversidad marina costera.
- A través de las imágenes del fotógrafo Gabriel Herrera podemos conocer esta espectacular área protegida.
Caprichosas formaciones rocosas y un desierto impresionante junto al mar Pacífico del Perú forma parte del paisaje de la Reserva Nacional de Paracas, un área natural protegida creada en 1975. Su belleza no solo radica en esos paisajes de rocas, arena y mar, sino también en las más de 200 especies de aves que habitan este ecosistema marino costero, así como mamíferos, reptiles y peces que completan la fauna silvestre de Paracas.
La Reserva Nacional de Paracas tiene 335 000 hectáreas de extensión formada en un 35 % por tierra firme e islas y un 65 % por mar. Un espacio biodiverso que, además de ser un refugio de biodiversidad, tiene más de 100 sitios arqueológicos de la cultura Paracas. Este viaje virtual del fotógrafo Gabriel Herrera nos lleva por el mar y las dunas de Paracas, nos ofrece mágicos atardeceres, nos muestra la avifauna de la costa peruana y el legado cultural de un pueblo que vivió junto al mar.
Primera parada: el mar y los acantilados
Las islas San Gayán, la Vieja y Santa Rosa forman parte del ecosistema marino costero de la Reserva Nacional de Paracas, un paisaje que además incluye puntas, acantilados y lomas costeras. En marzo de 1992, la Reserva Nacional de Paracas fue reconocida como uno de los 13 sitios Ramsar de Perú, es decir, reconocimiento que reciben los humedales por su importancia a nivel internacional. Estos humedales comprenden la Bahía de Paracas, la ensenada Lagunilla y la bahía Independencia.
Las islas, islotes, puntas y acantilados son zonas de reproducción, hábitat, descanso y alimentación para la fauna silvestre. Ecosistemas que se encuentran en buen estado de conservación, aunque el 6 % está afectado por actividades humanas. Los ecosistemas marinos pueden descender más allá de los 50 metros bajo el nivel del mar que albergan praderas de macroalgas, bosques marinos y bancos de especies comerciales como las conchas de abanico.
Segunda parada: las aves, especies protegidas
Se calcula en 216 las especies de aves que pueblan la reserva nacional, entre ellas el flamenco o parihuana (Phoenicopterus chilensis), el pingüino de Humboldt (Spheniscus humboldti), el potoyunco (Pelecanoides garnotii), el zarcillo (Larosterna inca) y el cóndor andino (Vultur gryphus). En Perú existen 12 especies de aves marinas endémicas de la Corriente peruana, una de ellas es el potoyunco (Pelecanoides garnotii) cuyas colonias reproductivas más importantes están en las islas San Gayán y La Vieja.
En un recorrido por la reserva, además de las aves, se pueden observar mamíferos como los lobos marinos finos (Arcthocephalus australis), los lobos marinos chuscos (Otarya bironia) y el gato marino o nutria (Lontra felina). Cada año, Paracas recibe a miles de aves migratorias como los chorlos y playeros, el flamenco (Phoenicopterus chilensis), la gaviota de Franklin (Larus pipixcan), la gaviota gris (Larus modestus) y el rayador (Rhynchops niger), entre otras.
Tercera parada: la historia de los paracas
Más de 100 sitios arqueológicos han sido encontrados dentro de la reserva, que muestran cómo vivían los antiguos peruanos en esta zona costera. La pesca y la recolección de mariscos eran las actividades principales de la cultura Paracas.
Un legado importante de los paracas fueron sus textiles, considerados entre los más finos del mundo por su técnica en el tejido, sus diseños, así como sus colores y la calidad de la fibra.
Una visita al Museo de Sitio Julio C. Tello permite conocer la historia de este lugar, en un edificio construido con cemento de aspecto rojizo que se mimetiza con las dunas y cerros de la reserva.
Cuarta parada: las dunas del desierto
El desierto de la reserva de Paracas se extiende sobre un área de 111 720 hectáreas, donde habitan reptiles como lagartijas y gekkos, además de mamíferos como el zorro costeño.
El Candelabro de Paracas es un geoglifo dibujado en la arena que es posible verlo desde el mar. Ha sido reconocido como Patrimonio Cultural de la Nación y se cree que tiene relación con las líneas y geoglifos de Nasca.
El transito vehicular fuera de las vías autorizadas y los circuitos turísticos que se realizan en las dunas se han convertido en un riesgo para este desierto peruano.
Bonus track: la vida junto al mar
La pesca artesanal está permitida dentro de la reserva, así como en la zona de amortiguamiento. El balneario conocido como El Chaco es el punto de partida para los turistas que quieran navegar por el mar o conocer el desierto de la reserva.
Fotografías: Gabriel Herrera.
Fuente: mongabay.com
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